¡Quién me lo iba a decir a mí! ¡Uno de mis animalillos favoritos ha aparecido en mi casa! La realidad es que, como este simpático marsupial solo se encuentra en la lejana Australia, he decidido hacerme uno para que esté presente en mi hogar:
¡Te pillé! |
No dejen de echar un vistazo a algún vídeo de este entrañable hervívoro. De caracter tímido y algo cobardica, prefiere salir a explorar el mundo ya cuando ha anochecido. Con aspecto de osete achuchable, tiene una particularidad única en el mundo animal y es que sus heces son cúbicas (hecho del que he dejado también constancia en el muñeco). Esto se debe a que los wombats se identifican y comunican con otros de su especie a través del olor, dejando los excrementos cerca de la entrada de sus madrigueras para que otro congéneres los detecten, por lo que necesitaban que las heces nos se movieran. La forma cúbica facilita que no se desplacen. Una curiosa adaptación de su tubo digestivo es la que hace que las deposiciones tengan esa configuración. Y es más, los bebés wombats comen parte de las heces de sus madres porque a través de ellas adquieren ciertas defensas. Sí, escatológico pero cierto. Los caminos de la madre naturaleza son inexcrutables.
Aquí me quedo yo con mi wombat tan feliz. ¡Pongan uno en su vida!