En abril se celebra el Día del Libro y este año he decidido dedicar unas cuantas entradas a una de mis pasiones. No es la primera vez que les comento que para mí todos los días del año son el día del libro.
Y comienzo este homenaje al mundo literario abordando la entretenidísima obra de Jesús Marchamalo "Tocar los libros". En ella se hace un repaso a las bibliotecas de conocidos escritores y editores, basándose en la idea de que tu biblioteca habla de ti. A las personas se les puede conocer por sus libros.
¿Sus estantes están llenos de clásicos, de "bestsellers"? ¿Acaso solo coleccionan libros de escritores desconocidos para presumir de descubrir el primero a autores malditos? Cada uno completa su colección con lo que desea. Eso sí, fijo que, hasta los más exquisitos y "alternativos" tienen algún libro vergonzante. Y no, no me refiero a ese ejemplar que te han regalado por compromiso porque no sabían con qué obsequiarte, no, no. Estoy hablando de ese libro que has adquirido conscientemente, el que te has comprado con el dinerito ganado trabajando duramente. Vamos, vamos, todos tenemos alguno. ¿Cuál es el suyo?
Un tema muy interesante, curioso y divertido que se plantea en el libro de Marchamalo es cómo ordenamos nuestros libros. ¿Es usted de los que los coloca por orden alfabético de autor, por género, por tamaño, color del lomo, por orden cronológico de edición...? Cada uno organiza su biblioteca como le viene en gana o como puede en función del espacio del que disponga. En mi caso impera el caos. Solo tengo agrupados en bloques, ni siquiera con un orden definido, las biografías, los libros de cocina y los de Vampiros. Por lo demás, pueden encontrar las obras completas de Shakespeare junto a "Fundación" de Asimov, "Diario de un poeta recién casado" de Juan Ramón jiménez pegado a "Big magic" de Elisabeth Gilbert o "El pequeño libro rojo de las ventas" de Jeffrey Gitomer junto a "El gen egoísta" de Richard Dawkins.
Lo que sí intento, es que estén lo mejor conservados posible, aunque estén colocados en doble fila, algunos se apilen encima de otros... Nada de esquinas dobladas, nada de anotaciones ni subrayados a boli o lápiz... Incluso los ejemplares adquiridos de segunda mano los mimo y restauro como buenamente puedo. Qué desagradable es prestar un libro y que te lo devuelvan hecho un guiñapo. Eso en el caso de que te lo devuelvan... Si tengo que marcar o señalar algo, para eso están los post it o algún pedacito de papel para anotarlo.
Al echar un vistazo a las estanterías recuerdo los libros de los que me he desprendido, con todo el dolor de mi corazón, en distintas mudanzas. Sé que algunos están en muy buenas manos, disfrutando de una segunda vida en otras casas. Y esto a su vez me hace pensar qué número de libros es el ideal mantener. Pues dejando de lado el "mundo Konmari" y el minimalismo, he llegado a la conclusión de que los que a cada uno le dé la real gana. Me encantan los libros en papel pero he de reconocer que, entre un intento de ayudar a los arbolitos y una falta de espacio evidente en mi hogar, los libros electrónicos están ganando la partida por goleada. Eso de tener la tira y media de títulos en un espacio tan reducido y poder adaptar el tamaño de la letra, me ha hecho tener una más que aceptable colección de libros en tinta electrónica. Por ello estoy inmensamente agradecida al inventor de semejante artilugio.
Por cierto, si han de deshacerse de libros ¿qué criterios siguen? ¿Los que más abultan, los que menos le aportan, los que no van a volver a leer, los que nunca leyeron, los más feos, los que les regaló alguien de quien no se quieren volver a acordar...? Y eso me lleva a la pregunta que también se plantea en "Tocar los libros": ¿hay que terminarse un libro aunque no les esté gustando nada? Puff, qué pocos libros han podido conmigo... Siempre espero que, por poco que me esté gustando un libro, haya algo al final que haga que merezca la pena el tiempo invertido en su lectura. Y lamento decir que muchas veces no lo han merecido. Igual les confieso que me encanta estar leyendo varios libros a la vez y, gracias a mi "amnesia lectora", al cabo de unos años puedo releer algunos libros y descubrirlos de nuevo porque he olvidado la trama o un sorprendente desenlace.
Quiero terminar con una frase que aparece el libro que hoy nos ocupa (el cual recomiendo encarecidamente) del grandísimo Michel Houellebecq (léanle también): "La maldición de los que no leen es que deben conformarse con la vida". Pues eso.
Y a todo esto... ¿de verdad hace falta tener una colección de libros en casa? Ciorán (otra recomendación personal) por lo visto no tenía ni un solo libro, leía en bibliotecas.
Ahí lo dejo.
Lo importante es leer, da igual el soporte... pero ese ritual de ir a la librería, hojear, oler... escoger... pagar... ir a una cafetería y repasar lo adquirido... en fin, no puedo pasar sin la liturgia de adquirir el libro de marras... así estoy, que tengo que ampliar la librería del salón...
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