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sábado, 4 de julio de 2020

La mujer sin impacto (medioambiental). Segunda parte (Acciones)



Como relataba en la entrada anterior, intento realizar acciones que eviten seguir llenando de basura este mundo nuestro. Más que reciclar, que parece a veces ser la única solución que nos venden (en todo este asunto medio ambiental es muyyyy importante esto de vender, gran contradicción), ¿qué tal si pensamos en no desperdiciar, en reducir el consumo? Máxime cuando hay un montón de artículos de uso común que no se pueden reciclar tales como t
upperwares, cápsulas de aluminio de café, moldes de silicona, termos, macetas de plástico, bolígrafos, tapones, pajitas, sacapuntas o mecheros. Unos porque por tamaño se saltan los filtros de las cadenas de reciclaje y otros porque los lectores ópticos de las plantas de tratamiento los descartan. Las causas son múltiples. 

No, el contenedor amarillo no es la panacea. 

Así que, ¿hay alguna acción positiva que pueda hacer? ¿Queda alguna esperanza? Pues sí. Alguna de las propuestas consiste en tener poco de sentido común y evitar ser un cerdo de los que tanto parecen abundar últimamente:

  • ¿Qué tal si dejamos de sentir esa falsa e hipócrita pena por los países que están recibiendo nuestra basura y nos portamos un poco más civilizadamente empezando por nuestro entorno? Lo que no ensuciemos aquí, no lo recibirán allá. Reducir la contaminación empieza por no dejar las bolsas de basura tiradas alrededor de los contenedores que ya están llenos, encima mal cerradas. Y todo por no andar dos pasos al siguiente contenedor que nos pilla a unos pocos metros. La solidaridad es algo más que salir a aplaudir con musiquita presuntamente motivadora a una hora determinada. Ser cívico ayuda mucho.
  • Comprar a granel y llevar nuestros propios recipientes para que nos los llenen con el producto correspondiente. Cada vez en más tiendas aceptan que seas tú el que lleve tus botes de vidrio, bolsas de rafia o muselina, o alguna reciclada de las de red donde anteriormente has comprado, por ejemplo, cebollas. Se pesa el recipiente, se descuenta del peso final y te sirve, no solo para la siguiente compra, sino también como almacenaje en nevera o despensa.
  • Cartón reciclado como envoltorio: Por cierto, ¿qué fue de aquello de devolver los cartones de huevos en la pollería?
  • Envoltorios de cera de abeja: opción alternativa al film transparente. Estos envoltorios además se pueden limpiar y reutilizar.
  • Reducir consumo de papel de cocina y pañuelos de papel: con lo bonitos que son los paños de cocina, pañuelos y las servilletas de lino...
  • Cambiar utensilios de plástico de la cocina por los mismos pero de cerámica, vidrio o madera. No hace falta comprárselos todos nuevos. Se pueden aprovechar los tarros o botes de otros productos (café, legumbres...) que ya son de esos materiales.
  • ¿De verdad es necesario envolver los perfumes en cuarenta capas de plásticos y papelillos o meter los tubos de dentífrico en una caja? Escoger, si es posible, los productos que menos embalados estén. A la industria solo le duele el bolsillo. Si se deja de comprar a los más emperifollados, ya verás cómo rápido se apuntan a la simplicidad, a la "ecología" y se autodenominan abanderados de la lucha contra el deterioro del medio ambiente (greenwashing, greenwashing, greenwashing...).
  • Para los que nos gusta escribir con boli o pluma, depósitos de tintas recargables.
  • Envolverse en una mantita o un buen chal cuando haga frío, mientras lees, ves una  peli... o simplemente quieres estar de costra humana tirado en el sillón. Concepto muy "hygge" y que te hace ahorrar en calefacción, así que doble ahorro.
  • ¿No sabes qué hacer con las manos cuando estás viendo una peli o serie? ¡Haz ladrillos ecológicos! Sencillo: coge botellas de plásticos de las grandes que tengas en tu basura. Las lavas. Lava también el resto de recipientes de plástico que hayas tirado y puedas reaprovechar. Corta en trocitos pequeños esos recipientes y mételos bien apretados en la botella. Cuando ya no quepa un microplástico más, lo cierras y tienes tu ladrillo hecho. Hay empresas que los recogen y están empezando a ser un elemento en auge para determinadas construcciones. 
  • Para los lectores empedernidos como yo: bibliotecas e intercambio de libros. Soy la primera en adorar los libros en papel y mi libro electrónico está a rebosar. Pero también soy una asidua asistente a las bibliotecas y hay muchos sistemas de intercambio de libros que hacen evitar la muerte de árboles inocentes. 
  • Tener tu propio huerto: ¡ay qué tópico más típico! Quien tenga la suerte de tener un jardín, un terrenito, una terraza grande... anímese y cultive unas hortalizas o frutales. Si, como yo, tiene una casa chiquitica y tampoco tiene a mano un servicio de huerto comunal para pillarse una parcelita, pues críe en macetillas alguna hierba aromática. A lo tonto, si a usted le gusta condimentar sus platos, encima se ahorra una pasta en especias. Atención a esta interesante idea que nos ofrece Minimalistamente para crear un huerto vertical bueno, bonito y barato.
  • Mundo intercambio: ropa de segunda mano, asociaciones de vecinos que intercambian cosas y servicios. Hay mil opciones para volver a algo que no debimos perder: el trueque. 
  • Si se levanta con ánimo puede ir al campo o río más cercano, que seguro que alguno hay que necesite limpiarse. ¿Qué de eso se tiene que encargar el servicio público de turno? Pues seguramente, pero mi idea va más encaminada a quitar la "huella de carbono" que excursionistas incivilizados dejan cuando pasan por la naturaleza.
  • ¿Se acuerdan de aquello de que en la vida hay que tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol? Pues me quedo con la tercera opción. Plantar un árbol, ojo, y cuidarlo. 
  • "Lo mio no es andar con un pincho quitando porquería que han dejado otros". ¡No hay problema! Siempre se puede ayudar económicamente a un grupo de voluntarios que realizan estas y muchas otras acciones. Ojo, con este tema no hace falta decir que también soy terriblemente desconfiada. Solo apoyo a asociaciones locales de las que pueda comprobar que, con mi dinero duramente ganado, están realmente actuando para cuidar/limpiar el entorno. Ya está uno muy cansado de ONGs que se gastan el dinerito en viajes "solidarios" para hacerse la fotito de turno, haciendo "turismo ecológico" con la pasta de personas bienintencionadas, y eso cuando directamente no se llevan a cabo fraudes o delitos, abusos a otras personas incluidos. El "buenismo" per se no va conmigo. Hechos son amores y no buenas razones. 
Obviamente hay mil cosas más que se pueden hacer, y agradezco que me las sugieran. Ah, sí, una cosita más: como no teníamos poco, ahora se une a nuestra mugre la marea de guantes y mascarillas. Guarros del mundo, no las tiréis en las aceras. Si gustáis, tiradlas en el suelo de vuestras pocilgas. Gracias.

Todo esto son pequeñas acciones que se pueden hacer a nivel individual. Pero es necesario también una jurisdicción que legisle y sancione, de verdad, a las industrias que se salten las normas a la torera. Por un poner, países como Alemania, Noruega, Finlandia o Suecia  cuentan desde hace años con un sistema de retorno. El ejemplo que ponía yo antes de los cartones de los huevos, vaya. En estos países lo que hacen es que el propio usuario devuelve los envases de bebidas usados a un contenedor a cambio de la devolución del importe de más que se le cobró a la hora de la compra. Así se limpian los envases y se reutilizan en lugar de reciclarlos = menos energía gastada.

Cierro esta entrada con una frase del libro con el que lo empecé todo, "No impact man" de Colin Beavan. Sí, el texto es dramático, pero así son las cosas amigos:

"Cada vez que otorgo mayor prioridad al dinero y a las mercancías y al éxito, no puedo evitar pensar que nadie sería capaz de decir en su lecho de muerte:

- ¿Sabes qué? Me hubiera gustado comprar más cosas".

Ahí lo dejo.


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