viernes, 18 de octubre de 2019

Necrosenderismo, el deporte gótico



Los góticos tenemos ciertos gustos peculiares que a veces nos ayudan a desarrollar nuevas disciplinas "deportivas". En mi caso fue el necrosenderismo. Sin quererlo combiné varias de mis actividades favoritas en esta variante que unía largas caminatas, música "jalogüinera" y cementerios. Porque en eso consiste el necrosenderismo: calzarte unas deportivas adecuadas para andar unos cuantos kilómetros, escoger tu cementerio favorito (cuanto más grande mejor) y tus canciones deprimentes favoritas y ¡ala! ¡a ponerse en forma!

En mi caso fue un descubrimiento involuntario. Durante una temporada viví muy cerca del Cementerio de la Almudena, cuya foto ilustra el comienzo de esta pieza, y me dio por pasearme por él cuando salía a andar. Desde el primer día me di cuenta de las posibilidades que tenía esta necrópolis por su belleza, extensión y, por qué no decirlo, tranquilidad. Dado que los cementerios sólo se llenan el 1 de noviembre, el resto del año puedes caminar por ellos encontrándote con pocos vivos que no molestan y estar a tu bola acumulando pasos en tu pulsera de actividad. La belleza de muchas tumbas y mausoleos es digna de admiración. Me sentí tan fascinada por este lugar que me las apañé para dividirlo en cuadrantes y recorrer uno cada día que iba a caminar, pues tal es su tamaño. Lamento decirles que no conseguí recorrerlo entero dado que me mudé lejos de allí antes de terminar mi propósito, pero me quedo con las horas de paz y reflexión que pasé allí.

Esto me lleva a homenajear a esas obras de arte que son ciertas tumbas. Sus creadores y escultores debían tener mayor reconocimiento por su magnífico trabajo. A continuación muestro unos pocos ejemplos clásicos de tumbas dignas de dedicarles más atención:


- Tumba Julio Verne (Cementerio de Amiens)





Con las horas de entretenimiento que me ha dado Verne, y lo que me acongoja su sepulcro. La escultura que "adorna" su tumba es obra del escultor francés Albert Roze.

Qué mal rollo me da ese Verne saliendo cual titán de su ataúd despojándose de su mortaja en un gesto casi violento con un brazo extendido hacia arriba ¿buscando la luz? ¿la libertad? ¿la inmortalidad?


- Tumba del payaso Yuri Nikulin (Cementerio Novodévichi, Moscú)





Lástima que en España no se conozca a ese genial payaso ruso, adorado y convertido en ídolo total y absoluto en su país.

Nikulin representaba el arquetipo de ruso impulsivo capaz de realizar cualquier crítica a base de chistes satíricos y, gracias a su ingenio, fue capaz de burlar la censura soviética. Nunca se pintó la cara y, tal y como muestra esta esta estatua, solía llevar sombrero y una chaqueta excesivamente grande.

La tumba está enfrente del circo donde trabajó y es un lugar de peregrinaje para miles de rusos que suelen tocar la estatua por la leyenda que asegura que pasarle la mano por la espalda da suerte.


- Tumbas de Lola Flores y su hijo Antonio (Cementerio de La Almudena, Madrid)




No podían faltar las tumbas de mi adorada Lola y su hijo Antonio. No tanto por las esculturas que decoran sus sepulturas sino por la relevancia de los artistas que yacen en ellas.

Antonio se parece como un huevo a una castaña y a mi Lola le han hecho una cara que se parece más a Doña Rogelia que al propio rostro "egipcio" de La Faraona, pero en fin... No sé quién es el autor de estos desatinos y prefiero seguir inmersa en mi feliz ignorancia. 


- Tumba de Rocío Jurado (Cementerio de Chipiona, Cádiz)





Y tampoco podía faltar "la más grande", mi venerada Rocío Jurado. Soy muy tiquismiquis para mis cosas y no me parece que haga justicia a la chipionera más universal, pero bueno. Al menos es un mausoleo un poco más currado que el de Lola y la estampa de la Jurado está más trabajada con ese detalle precioso de las peinetas y ese clavel en la mano, homenaje imagino a la mítica canción inmortalizada por ella.


- Tumba de Nadiezhda Alelúyeva (Cementerio Novodévichi, Moscú)




Giro inesperado y vuelta a la madre Rusia. Tras visitar las tumbas de dos folclóricas de pro nos vamos a uno de mis sepulcros favoritos, no tanto por la escultura, desde luego elegante y delicada, sino por la trascendencia del personaje.

Nadiezhda Alelúyeva fue la segunda mujer de Stalin. Sea cual sea la verdad del motivo de su muerte, cualquiera de las explicaciones es igual de terrorífica: la primera indica que se pegó un tiro al no soportar las infidelidades del dictador (las broncas por este motivo por lo visto eran el pan de cada día del matrimonio) y la segunda -quizá la más probable- indica que fue el propio Stalin el que la pegó un tiro ante las continuas críticas de Nadiezhda al trato que le daba su marido a los campesinos ucranianos. Da igual, José solucionó la papeleta haciendo que los forenses certificaran la muerte de su esposa como consecuencia de una apendicitis aguda.


- Tumba de William Yeats (Cementerio de Drumcliffe Church, Sligo, Irlanda)




No por ser muy conocida quería dejar de citar la leyenda de la tumba de Yeats. Esta humilde lápida no custodia los restos del poeta. Me encanta esta historia.

Yeats murió en Francia y fue enterrado en una fosa común en la iglesia de Roquebrune-Cap-Martin (localidad en la que falleció). La armada irlandesa mandó un barco para trasladar los restos del poeta a su país natal, el problema fue que lo que se llevaron no era exactamente el autor... completo.

Tras analizar los huesos de la persona (¿o personas debería decir?) que están en esta tumba se descubrió que no correspondían exactamente a Yeats dado que, para empezar, él tenía un cráneo con unas peculiaridades que no correspondían al hallado. Además, el escritor utilizaba un corsé debido a una hernia en la espalda y la mala fortuna quiso que Alfred Hillis, caballero inglés que fue enterrado a su lado en la fosa común, también lo utilizara. Por lo que... blanco y en botella. A ver: los irlandeses querían un cadáver completo de su ídolo. En la época de la que hablamos lo del ADN como que aún no se estilaba, con lo que al galeno que le tocó recomponer el cuerpo con lo que le dieron, conociendo las dolencias de Yeats, pues montó lo que pudo de aquí y de allá.

A todos los interesados en estos temas les recomiendo encarecidamente la lectura de "La vuelta al mundo en 80 cementerios" de Fernando Gómez Hernández, libro imprescindible para el buen necrosenderista.

Quiero terminar este repasillo al "mundo tumba" con esta frase del filósofo Thomas Hobbes: "Al miedo de un poder invisible, fingido por la mente o imaginado a partir de historias que han sido aceptadas por el público, lo llamamos religión; si no han sido aceptadas, superstición". 

Reflexionen sobre ello.

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