sábado, 2 de junio de 2018
¡Pasen y lean! Anna Karenina
"Todas las familias felices se parecen,
las desdichadas lo son cada una a su modo".
Si esto no es una forma de empezar un libro por todo lo alto, que venga Dios y lo vea. Es la primera frase de la NOVELA (así, con mayúsculas) "Anna Karenina". Los adjetivos se quedan cortos a la hora de describir la impresión que me causó, el entusiasmo con el que la leí y, por ello, el convencimiento con la que la recomiendo.
El argumento me sorprendió tanto como la organización de los capítulos. No daba crédito. ¡Esto es un culebrón! Antes de que los puristas se lleven las manos a la cabeza sólo un par de datos: la historia fue publicada como folletín por entregas desde enero de 1875 hasta abril de 1887. Por desavenencias con el editor no se terminó de publicar y Tolstoi la finalizó y lanzó como libro completo en 1877.
Y si la forma en la que está escrita ya es típica de serial, díganme si las pinceladas del argumento que les ofrezco a continuación no son de telenovela: triángulos amorosos, adulterios, embarazos (a raíz de los adulterios), desengaños (también amorosos), celos, niños a los que se les dice que su madre está muerta para ocultar la deshonra, intentos de suicidio, desprecio social (por los adulterios)...
Una, que es una entusiasta del salseo, el mundo del colorín del más fino (¡Hola!) hasta el más abyecto (Sálvame, Tómbola, Salsa Rosa...) leía fascinada todas las tramas que se entrecruzan en la historia. Todo esto me hizo pensar en cómo y porqué el gran genio de las letras rusas escribió semejante mezcla de novelón rosa con una clara crítica a diversos estamentos de la sociedad de su país del momento. La clave la tenemos en el personaje de Levin, el terrateniente alter ego del escritor.
¡Analicemos al gran Tolstoi!
León Tolstoi nació en el seno de una familia aristócrata en 1828. Él mismo fue conde. Aunque tuvo estudios, viajó mucho y era lector de Marx y Lenin, siempre se sintió campesino. Su personalidad fue contradictoria, difícil de llevar y le gustaba crear polémica, lo cual le granjeó no pocos e importantes enemigos. Era un sabio, un erudito, pero siempre prevaleció en él su parte artística. Sus valores eran los del campesinado, los de los oficios artesanos, respetaba la naturaleza, era vegetariano y pacifista. Tuvo una breve correspondencia con Gandhi y el gran líder indio tuvo tan buena impresión de él que la primera comunidad agrícola que fundó en Johannesburgo se llamó la Granja Tolstoi.
Otros humanistas que se ganaron la confianza de Tolsoi fueron Chejov y Gorki. Compartían su filosofía según la cual, un escritor debe educar, ser una autoridad. Poco amigos de la civilización industrial, consideraban que esta sólo daba lugar a violencia, abusos e injusticia.
Vamos a temas más domésticos...
León era tan suyo que en su casa no quiso ni agua corriente ni electricidad. ¿Hace falta agua? Él mismo cogía su carro y, cargado con un barril, se iba a buscarla al río, pozo o donde fuera. ¿Luz para escribir? La de las velas. Muy apañado él, se hacía su propia cama porque consideraba que depender de otras personas para labores básicas era de flojos. Bueno, él decía más bien que no hacerlo envilecía al hombre pero vamos, que la idea queda clara.
Tuvo con su esposa, Sofía, trece criaturas. No todos llegaron a la edad adulta, lo cual afectó mucho a nuestro protagonista porque era un gran amante de los niños. Hasta el punto que convirtió el pabellón más grande de su casa en una escuela donde pondría en práctica su proyecto educativo basado en dirigir a los niños para que desarrollaran su propia personalidad. Como el amigo León ya había levantado en esa época las suspicacias de la clase política, un día se presentó la policía en la escuela para registrarlo todo, arrestar a los maestros, requisar libros y archivos, pensando que encontrarían material subversivo. Nada del tal naturaleza hallaron. ¿Se arredró Tolstoi? Qué va.
Retomando el paralelismo del escritor con el personaje de Levin, empezaremos diciendo que ese nombre era precisamente el diminutivo por el que Sofía llamaba a su marido. El personaje es un defensor a ultranza de la vida en el campo en contraposición a la vida urbanita a la que considera corrupta e hipócrita. Vamos, un Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mí" llevado hasta su últimas consecuencias. Aunque es el dueño y señor de una gran hacienda, como más disfruta es cogiendo los aperos de labranza y trabajando en el campo. Para colmo, Levin se declara a su amada Kitty tal como lo hizo León con Sofía: escribiendo su proposición con tiza en un tapete situado encima de una mesa donde los invitados podían dejar un mensaje.
Desde luego lo que tuvo que soportar Sofía no está pagado con dinero: el terrible carácter de Tolstoi, que fuera todo el día vestido de campesino y llenara su despacho con guadañas, sierras de carpintero, hoces y se escapara a los bosques cada dos por tres cuando decidía que estaba asqueado de la vida... Era ella la que pasaba a limpio los manuscritos de la novela, que no era moco de pavo entender aquellos párrafos llenos de correcciones ilegibles. ¡Y esa casa! ¡Si era la de "tócame Roque"! Al ser lugar de paso en la ruta de peregrinaje de Moscú a los santuarios de Kiev, por allí se colaban devotos, pedigüeños, gente que solicitaba el consejo del escritor, periodistas, curiosos varios... Tolstoi exigía que la puerta estuviera siempre abierta, con lo cual obviamente múltiples gorrones campaban también por allí a sus anchas. Para desesperación de Sofía, a veces León se vestía de mendigo y se iba de peregrino. A las pruebas me remito:
Lo que salimos ganando los lectores es que, esas charlas con gentes de tan diversa procedencia enriquecían sus textos con expresiones locales, refranes... de lo más variado. Por cierto, debido a sus críticas a los estamentos religiosos, y a pesar de su fervor cristiano, Tolstoi fue excomulgado.
En resumen: que de las vivencias amorosas, ideas políticas y visión del mundo que tenía León Tolstoi, salió un clásico donde lo volcó todo y todo lo describió a la perfección. Me quedo con la pena de no contar de dónde salió la idea inspiradora de la novela, pero sería reventar el final. El que esté interesado, puede consultarlo en el gran libro de Mauricio Wiesenthal "El viejo León, Tolstoi un retrato literario", donde se hace un completísimo retrato del escritor y sus novelas más destacadas.
El saber que el genio ruso y yo compartimos nuestro amor por los blinis y los frutos secos me reconforta. El que no se consuela es porque no quiere.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
a mí me gusto la película....
ResponderEliminar