viernes, 18 de junio de 2021

Conciertos, qué momentos



El 21 de junio se celebra el Día Europeo de la Música. Y si hay una forma en la que me gusta disfrutar de ella es yendo a conciertos. Dado que mis gustos musicales abarcan desde el rock más cazurro, al pop más comercial, pasando por el jazz de las Big Bands, he disfrutado de los recitales más variopintos. Me atrevería a decir que incluso alguno de los intérpretes ha debido disfrutar de mi entrega, que una es fan de ponerse en primera fila y ejecutar interpretaciones desaforadas del repertorio (tal y como recogí en la entrada "Mitomanía: una razón para vivir"). Cómo gozo cuando voy segura de mí misma a un evento pensando "¡¡¡ME LAS SÉ TODAS!!!". Bueno, sí, en los conciertos de música clásica y en algunos de jazz me porto civilizadamente y no me muevo de mi asiento más que para ponerme de pie y aplaudir.


Alice Cooper en Vista Alegre


El bastón que me dio Alice Cooper en su concierto
en La Cubierta. Me lo gané a grito pelao


La verdad es que podría hacer un blog solo contando mis aventuras/desventuras en los conciertos a los que he asistido. Desde aquellos primeros conciertos en los 80 a los que nos llevaban nuestros padres en el Parque de Atracciones (Orquesta Mondragón, Joan Baptista Humet...) hasta el último que asistí de la extraordinaria banda australiana Tropical Fuck Storm el 21 de noviembre de 2019. Qué tarde inolvidable aquella. Una pandemia me separa de ese último gran momento.


Gareth Liddiard (Tropical Fuck Storm) dándolo todo


Pero nada de nostalgias chungas, ¡cómo me voy a entristecer acordándome de aquel mítico concierto de The Pogues en la no menos mítica sala Jácara en el 88! Cómo bailamos, cómo cantamos, qué estado de embriaguez de la mayoría de los asistentes, que me permitió, sobria como yo estaba, ir recogiendo monedas del suelo cuando se acabó el espectáculo. ¡Esto me permitió pagar el carísimo taxi de vuelta a casa!


¿Era yo la única mujer en el mundo que veía
guapo a Shane MacGowan?


¿Y el de Iggy Pop, tiempo más tarde en esa misma sala? Qué ambientazo, qué entrega de La Iguana, qué... botellazo estuvieron a punto de darnos a mí y una de las amigas con las que iba. Nos pasó rozando entre nuestras cabezas una botella de whisky que voló hacia el escenario. Eran otros tiempos. ¡Qué tiempos! Los 80... No te cacheaban mucho al entrar. Y por supuesto jamás olvidaré cuando Iggy tuvo la deferencia de pararse a charlar con el grupo que le esperábamos fuera de la sala. Con el subidón del concierto, al salir pensamos que podíamos invitar a Jimmy (¡qué confianzas!) a desayunar al día siguiente, aunque ya sabíamos que esa misma noche salía hacia San Sebastián. Bueno, pues el hombre nos vio, me pasó la mano por la espalda agarrándome del hombro en plan colegas de toda la vida y, aun así, fui la única que fui capaz de mantener la calma y plantearle la invitación en un decente inglés. Nos lo agradeció pero nos comentó lo que ya sabíamos, que se iba de Madrid esa misma noche. Qué majo estuvo y qué detalle pararse con esa panda de malolientes que éramos en ese momento toda la cuadrilla tras estar dándolo todo en el concierto. Digo esto porque aún recuerdo lo bien que olía Iggy, que se había duchado y perfumado tras el concierto. ¡Olía a bebé!


¡La Iguana me abrazó!

Sigamos viajando en el tiempo. No hubo precisamente control en el aforo del concierto de Rammstein en La Cubierta de Leganés cuando vinieron a presentar "Reise, Reise". Mira que he estado en conciertos gamberros (ya llegaremos a los Manson y a los Misfits), pero en esta ocasión es la única en la que he pasado verdadero miedo por temor a una avalancha o a una estampida. Perdí de vista a mi acompañante nada más entrar y al que vi entre el público fue a Nacho Vidal.

Ojo, que no solo he estado en conciertos en los que me he jugado la vida. Tengo unos maravillosos recuerdos de todos los eventos a los que he acudido a la Fundación Juan March para escuchar a los mejores intérpretes de música clásica. No solo tenías asegurada una magnífica acústica, sino espectáculo garantizado con el respetable: allí nos juntábamos melómanos elitistas, estudiantes de música y arte, señoronas del lujoso barrio donde está situada la fundación para lucir sus perlas, humildes amantes de la música sin un duro que agradecíamos infinitamente estos conciertos gratis y... mendigos, sí, mendigos que entraban para refugiarse del frío en invierno y del calor en verano y muchas veces también nos "deleitaban" con sus ronquidos acompasados con la música. Como entonces allí entraba todo el que quería hasta completar aforo... Eso también ha cambiado (lamentablemente en mi opinión jejeje). Dichoso control de entradas a través de una web...

Y los conciertos de The Cure, por favor. Ir como fuimos a reventar de laca y maquillaje y de luto riguroso al imborrable concierto del 30 de junio de 1989 ("Disintegration" forever) con 40º a la sombra en Las Ventas. Pocas veces he visto yo sacar a la Cruz Roja a tanta gente desmayada. Tres horazas como tres soles mañaneros que duran los conciertos de Roberto y amigos y allí que nos entregamos en cuerpo y alma.


Como de la familia

También se me viene a la cabeza un irrepetible fin de semana en el que, atención: el sábado viajé con una de mis hermanas a Salamanca para ver a Placebo (¡qué paseos por Dark City, eh hermana!), el domingo lo gozamos con el conciertazo de Depeche Mode en Madrid y el lunes Muse, la última vez que les vi en una sala pequeña, presentando el brutal "Origin of Symmetry". Inenarrable. Lo volvería a hacer mañana mismo.

Y cómo disfruto de los conciertos de las fiestas del distrito. Es que yo soy muy de una verbena y de una fiesta de barrio. Ahí me adapto a todo y lo he gozado tremendamente viendo desde Medina Azahara a Rosario Flores, pasando por Kiko Veneno, el extraordinario recital de Santiago Auserón o mi adorada Martirio. ¡Si hasta vi parte de un concierto de los Hombres G en las fiestas de un distrito vecino! (Madre mía Ginni, lo que nos llovió ese día, pero qué bien lo pasamos. Vaya par de chicas cocodrilo que estamos hechas. Ojalá te hubiera acompañado al de La Frontera).

Aunque reconozco que lo mío son los conciertos con un poco de peligro. No quiero dejar de citar dos de los que más me han marcado, el de los Misfits y uno de los Marilyn Manson, ambos en 1997. Los primeros vinieron a promocionar su mejor álbum (al menos para mí) "American Psycho". ¡Cómo no iba a estar yo en las primeras filas en un concierto donde hubo tortas como panes! (Por decirlo finamente). Resumiendo mucho, todo iba sobre ruedas hasta que un imbécil (al que ya conocía por conflictivo, de alguna que otra sala heavy), le dio por querer quedarse con la guitarra de Doyle Wolfgang von Frankenstein. Al músico ya se le inflaron las narices, se bajó del escenario y se lió a trompazos con el cretino que nos jorobó el concierto (o eso pensamos en ese momento). Total, que menos de un minuto se había liado parda porque la gente se puso de parte del guitarrista y también "colaboraron" en echar al cretino del local, pero algún mamporro extra se escapó. La cuestión es que, una vez retomada la calma, el músico agarró el micro y vociferó: "Hemos venido a pasarlo bien y estábamos pasándolo bien, así que, ¡¡¡sigamos pasándolo bien!!!" Y con un rugido del respetable, el concierto siguió hasta el final ya sin más interrupciones. 


¿Alguno de ustedes se atrevería a quitarle la
guitarra al caballero de la derecha?


Y el de los Manson... 1 de julio de 1997. Anda que no había entrenado yo para presentarme en ese concierto para darlo todo y darles a todos... Tras haberlos visto en su primera visita a Madrid en diciembre de 1996, fui al siguiente concierto con la lección bien aprendida. Nada ni nadie me impediría estar en primera fila justo delante del ser que en aquellos días era mi modelo e inspiración: el guitarrista Zim Zum. Ya sospeché que aquello iba a ser movido. Primero: cuando vi que habían vendido muchísimas más entradas de las que permitía el aforo y segundo: al ver a los seguratas del concierto con unos chubasqueros estilo pescador, intentando evitar recibir el número menor de escupitajos que se iban a lanzar esa noche. Y es que los fans, bien aleccionados de lo que debíamos hacer en cada canción, según salió "El Reverendo", como se autodenominaba el propio Manson por aquella época, empezamos a escupir como si no hubiera un mañana. Me ahorro más detalles escatológicos sobre lo que nos cayó encima a los de las primeras filas. Solo les digo que uno de los chicos de mi panda tiró su camiseta directamente a una papelera cuando salió de la sala porque ya solo quedaban unos pocos jirones de ella y a mí me sangraba un oído, ya no sé si de un golpe, o por estar pegada a una torre de bafles. Inolvidable, inenarrable, irrepetible. 

Me dejo en el tintero otros muchos míticos conciertos a los que he asistido como los de Oomph!, HIM, Cradle of Filth, Das Ich, Lenny Kravitz, Robert Plant, Metallica, Guns ´n´ Roses, Michael Monroe, Suicidal Tendencies, The Cult, David Bowie, Lou Reed, Faith no More, Korn, Señor Chinarro, The Montgolfier Brothers, Xiu Xiu... en alguno de los casos repitiendo experiencia cada vez que han venido a mi ciudad. 

Madre mía, pues sí que me he dejado conciertos sin contar. Nada, nada, algún día haré una segunda parte de mi "mundo conciertos".

Deseando volver a asistir a una sala...





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