viernes, 26 de febrero de 2021

Ilustradoras ilustres: ¿conejos o ratones?


  

Qué fantástico ha sido descubrir a Jill Barklem y a Beatrix Potter. Bueno, no les voy a engañar, estoy más encantada con una que con la otra. Lejos de abrumarles con datos biográficos y análisis de sus cuentos y dibujos, que de eso ya hay mil posts con información completísima y bien documentada, les voy a contar mis impresiones al enfrentarme a los cuentos de ambas autoras. Como me ha pasado alguna que otra vez, siento que la forma en que he interpretado tanto las historias como las ilustraciones no es la más convencional. Analicemos...

Mi clara ganadora en este duelo literario sin duda es Jill Barklem. Como les decía antes, no voy a extenderme en datos biográficos innecesarios, solo sitúo a la autora en contexto: esta británica nacida en 1951 aprovechó la recuperación de un accidente en su adolescencia para dedicarse al dibujo y contemplación de la naturaleza, afición que ya tenía desde chica. Total, que se puso a dibujar animalillos, bosques y flores como si no hubiera un mañana creando los cuentos de la saga Brambly Hedge. Fue su esposo el que le animó a que los publicara, pero ni caso que le hicieron los editores, hasta que, tras mucho insistir, por fin vio su trabajo en las librerías y ¿adivinan? fue un bombazo y un éxito editorial millonario. 

¡Qué prolijo!


Juzguen ustedes mismos la calidad de su obra. La profusión del detalle y el cuidado en cada bichillo, en cada enser de las casas, en los árboles, en las flores. No me extraña que cada viñeta le llevara semanas o meses hasta terminarlas a su gusto. También se tomó su tiempo e interés en el trabajo de documentación e investigación para reflejar perfectamente el oficio de cada artesano y agricultor que aparece en los cuentos. ¡Y qué historias más lindas! Los sucesivos cuentos están ambientados en estaciones distintas (primavera, verano, otoño e invierno) y nos relatan una boda, un cumpleaños, la búsqueda de una ratoncita perdida y un bautizo. Otras historias con protagonistas de estos mismos cuentos anteriores nos llevan a una aventura por el mar o el descubrimiento de cámaras secretas llenas de sorpresas. Todo ello narrado obviamente para niños muy pequeños, pero con un lenguaje poético exquisito lleno de elegancia y buen gusto.

¡Qué novios tan lindos!


Qué bonita escena hogareña


Cuidando hasta el último detalle


Y ahora con ustedes Beatrix Potter... Unos mínimos datos, también para contextualizar:

A esta londinense nacida en 1866, en una familia con buenas perras y una vida victoriana de libro, se le puede aplicar sin duda ese calificativo, a veces tan manido, de "adelantada a su tiempo". Amante de la naturaleza, con unas dotes para el dibujo excepcionales, rechazada por ser mujer cuando intentó ingresar en el Real Jardín Botánico de Kew (cuando les daba sopas con hondas a muchos de los zanguangos que eran sus miembros), escribió con 24 años "The Tale of Peter Rabbit", que tardaría diez años en ser publicado. Una vez más, nadie quería editarlo por ser una mujer. Beatrix había aceptado ya para entonces que sus cuentos solo podría distribuirlos a modo de regalo entre los hijos de sus familiares y amigos. Menos mal que posteriormente este sino cambiaría hasta hacerse una escritora de fama mundial. 

La cuestión es que los cuentos de Potter me dejaron un poco sorprendida a la par que confusa por el mal rollo que me provocan ciertos personajes suyos y el desasosiego que me causan algunas de sus historias. Por Dios, que no se me malinterprete. No le voy a quitar ni el mínimo mérito a esta pionera de la ilustración, talentosa, extraordinaria, pero... ¿nadie se ha dado cuenta de "ciertos matices" de su obra? En el caso de Barklem solo podría pícaramente pensar que nos está relatando la vida en una comuna pero Potter... Por las páginas y viñetas de sus cuentos aparecen personajes de lo más punk, se ridiculiza a los gordos y a los estadounidenses, se vanagloria a chorizos y malincuentes, hay violencia explícita contra algunos animalillos...  A las pruebas me remito:

Peter Rabbit era el hijo más díscolo de su madre y se pasaba el día liándola y robando en el huerto de un humano al que le hacía la vida (y la cosecha) imposible:

El conejo Perico, el "Torete" del
mundo conejil


La ardilla Nogalina era una punkie que, en lugar de colaborar con las otras ardillas en recolectar comida para el invierno, se dedicaba a cachondearse del búho que les permitía coger las nueces de su territorio. Aquello tuvo sus consecuencias cuando al búho se le inflaron las narices (o mejor dicho, el pico):

La ardilla Nogalina faltando al
respeto al viejo señor Pardo


¿Y cuándo se ha visto que en un amable cuento para infantes a un conejito le vuelen de un tiro? Vale, este conejo le había robado la zanahoria a otro más débil, pero eso de que el humano le descargue la escopeta encima...

Adiós conejo


La historia de Timoteo Puntillas es una historia de bullying en toda regla a un pobre matrimonio de ardillas que lo único que hace es almacenar ordenadamente las nueces que recogen en lugar de enterrarlas a lo loco por ahí, como hacen el resto de las ardillas. Pero ¡no se lo pierdan! que este cuento lo escribió para "muchos amiguitos desconocidos" que eran sus fans en USA, niños que le escribían miles de cartas, como consecuencia de la popularidad que había alcanzado al otro lado del charco. Pensando en un animal más "norteamericano", Beatrix decidió que allí podría gustar más que el protagonista fuera una ardilla. Y, atención, lean por favor cómo comienza el cuento para sus fans yankis:

"Érase una vez una ardillita gris, gorda y holgazana que se llamaba Timoteo Puntillas."

Bravo Beatrix. Así te ganas al respetable.

El pobre Timoteo Puntillas. 
Maltratado hasta por su creadora.


En fin, que debo ser muy retorcida yo, o Beatrix Potter tenía mucho "sick sense of humor".  

Permítanme terminar con este bonito poema del cuento "Poppy´s Babies" de Jill Barklem, una especie de oración que se recita cuando se está bautizando a unos ratoncitos:

"The buds on the branches blossom and flower,
The blackbirds sing in the leafy bower,
And over the hill comes the rising sun,
To shines on the field , and on you, little one."

En cualquier caso, por favor lean, disfruten y, sin duda, regalen los cuentos de estas maravillosas escritoras e ilustradores.

viernes, 19 de febrero de 2021

Grimshaw, pintura victoriana


Mira que no darme por investigar sobre pintura victoriana, con lo fanática que es una de la literatura de esa época...

Hasta que un amigo me hizo descubrir a John Atkinson Grimshaw. Este extraordinario pintor nacido en Leeds en 1936 le dio el disgusto de su vida a sus padres al dejar en 1861 su trabajo en la Grear Nothern Railway para dedicarse a pintar pajarillos, frutas y florecitas. Vamos, como si ahora dejas un puestazo fijo en RENFE para irte a vender pulseritas de colores por la calle. Pero hete aqui que para 1870 ya le iba tan bien que hasta pudo alguilar una mansión y otra casita, que pequeña no sería si la llamó "su castillo junto al mar". Ojo, que un poco manirroto debió ser porque pasó por algunas dificultades económicas hacia 1880, lo que le hizo pintar a cascoporro para vender cuanto más mejor, eso sí, sin perder ni un ápice de calidad en su obra.


El amigo Grimshaw


Realmente la fama y reputación la consiguió gracias a sus paisajes. Grimshaw, que estaba influido por los prerrafaelitas, dotó a paisajes rurales y urbanos de unos detalles y una luz que le hicieron destacarse del resto de compañeros de profesión. Escenas nocturnas, interiores, portuarias... nada se le resistía a este perfeccionista. Por cierto, con todo mi respeto a Ouka Lele, no inventaste nada. Grimshaw ya pintaba sobre fotografías, técnica absolutamente novedosa por aquel entonces que sorprendió a propios y extraños.


Whitby Harbour by moonlight (1867)

Disfruten de la obra de este maravilloso pintor británico. Habrá que buscar más información sobre otros compañeros suyos de profesión coetáneos.


Elaine (1877)