viernes, 23 de octubre de 2020

“Nest of nightmares”: Lisa Tuttle me ha conquistado




Situemos primero a la protagonista del “personaje del mes” de septiembre: Lisa Gracia Tuttle es originaria de Houston, Texas, USA. Comenzó a escribir de chiquitica cuando acudía a la Kinkaid School. Posteriormente, en la Mirabeau B. Lamar Senior High School, fundó Mathom, fanzine de la Houston Science Fiction Society, asociación también creada por ella.


Mira qué carica de inocente


Seguiría escribiendo en los años posteriores hasta que en 1972 se publicó su primer relato corto, “Stranger in the house”, dentro de la antología “Clarion II”. Tras graduarse en Literatura Inglesa, en el 74 trabajó como periodista en el Austin American-Statesman durante cinco años.

Un poco de salseo… Lisa fue pareja profesional, y de lo otro, del amigo George R. R Martin, sí, el creador de los archiconocidos juegos de tronos. Su primera obra juntos fue “The Storms of Windhaven”, una novela corta que fue nominada al premio Hugo en 1976. Decidieron darle una vuelta a la obra y en 1981, se publicó ya como una novela larga con el título “Windhaven”. Alargaron la novela pero acortaron el título. Curioso.


La verdadera khaleesi con 
el creador de la saga


Lisa está especializada en ciencia ficción y terror. Ha escrito bajo diferentes seudónimos y entre sus trabajos se puede encontrar “Lost Futures” (1992), “Catwitch” (1983) y “Enciclopedia of Feminism” (1986), obra de no ficción que se separa por completo de sus géneros habituales.


¡Qué dulce parece pero qué 
historias más terribles se le 
ocurren!


Una vez que nos hemos hecho una somera idea de su vida y obra, vamos al libro que me ha cautivado: “Nest of nightmares” (1986). No puedo estar más de acuerdo con la opinión de Neil Gaiman sobre esta colección: “13 relatos que te dejarán con mucho desasosiego”. Miedo, lo que se dice miedo, no dan. Ahora, mal rollo y mal cuerpo sí te dejan. 

Las protagonistas de las historias son mujeres que, de una forma u otra, están sufriendo un momento de crisis, bajona o cambio (no está muy claro si a mejor) y se tienen que enfrentar a unas situaciones extrañas, de difícil explicación o, directamente, que no hay quien las asimile o las entienda. Muchos fantasmas, muchas apariciones, muchos “amigos invisibles”, resucitados e incluso situaciones estilo “El Ángel Exterminador” de Luis Buñuel pero a lo grande. Leyendas indias, niños y bebés inquietantes (como poco…), vamos que a estas historias no les falta de nada. 

Ojo, que hay alguna como "Treading the maze" o "A friend in need" que te llegan a emocionar, otras como "Flying to Byzantium", que te pone de los nervios por la impotencia de la pobre protagonista ante la encerrona que le han preparado o "Bug house", que te deja mal cuerpo al descubrir el secretito que oculta la casa de la tía de la protagonista.

Bueno, no cuento más, que al final lo voy a desvelar todo. Denle una oportunidad a este libro y a esta autora. Sé que no será lo último que lea de ella. Una mujer que tuvo las santas narices de rechazar el premio Nebula en 1982 (el único autor que lo ha hecho) merece mi respeto, admiración y curiosidad.

Investigen, investiguen.

¡Feliz Halloween!


viernes, 16 de octubre de 2020

Nostalgia juguetera

Hace unos días me llamó muchísimo la atención ver a un chiquín que se acercaba a jugar con sus amiguitos en el parque portando una palangana rara. No pude por menos que quedarme un rato mirando para saber a qué leche iban a jugar con semejante artilugio. ¡Era un circuito para jugar a la peonza! ¡Qué ilusión me hizo ver que, en la era de los móviles, las tabletas, los videojuegos más sofisticados y requetevirtuales, hay niños que disfrutan de un juego REAL tradicional como ese! Quizá sea consecuencia del éxito de la serie Beyblade: Burst Turbo, no sé, el caso es que encantó que los chavales demostraran sus habilidades lanzando sus modernísimas peonzas, clavadas a las de la serie en cuestión.

No pude evitar una punzada de nostalgia acordándome de los juegos/muñecos de los que disfruté en la infancia. Unos para jugar en solitario y otros para compartir, quiero hacer un pequeño homenaje a algunos de ellos, los primeros que se me han venido a la cabeza al echar la vista atrás:


Exin Castillos


¡Pero qué construcciones más chulas se podían hacer con los diferentes modelos de Exin Castillos! Siempre podías echarle inventiva y hacer tus propios diseños.

Tente

Y si el juego anterior te daba para construir cosas distintas a un castillo con un pelín de imaginación, con las piezas del Tente ya podías crear casi lo que quisieras. Cómo molaban aquellos ladrillitos y distintas piezas de diferentes colores. Pero, sinceramente, creo que lo mejor de todo era la emoción de encontrar piezas cuando barrías debajo del armario. ¡Qué afán tenían de perderse y esconderse!


Multihobby 


Para niños amantes del bricolaje y de hacerse sus propios mecanos. Más de una vocación para cursar formación profesional o alguna ingeniería se debe a este colorido lote de "hazlo tú mismo".


Cartas familias del mundo


Bueno, bueno, bueno, gozada máxima. Este inocente juego de cartas, que quién sabe si con la tontería imperante hoy en día lo mismo hasta se considera "políticamente incorrecto", hace décadas nos descubría que había habitantes en el planeta de distintos colores y costumbres. ¡Qué sensación de poder te daba lanzar las cartas sobre la mesa, avasallando a tus compañeros de juego, berreando la retahila: "Papá esquimal, mamá esquimal, abuelo esquimal, abuela esquimal..." y así hasta completar la familia completa! Javier Fesser dejó testimonio de este juego en su maravillosa película "El milagro de P. Tinto". Por algo será si este genio quiso que la mítica baraja de las familias del mundo tuviera un momento de gloria en su peli.

Juegos de agua Geyper


La de horas que me habré pasado perdiendo la paciencia y los nervios intentando meter los aritos en los postes, llevando la pelotita por el laberinto... o cualquier malvado reto que te planteaban estas cajitas llenas de agua y sencillos circuitos que eran para mí inescrutables retos. El mecanismo no podía ser más simple ni más adictivo a la par: apretar un botón para lanzar un chorro de agua que impulsara las piezas y un poco de habilidad eran suficientes para pasar horas de diversión. El problema era mío si carecía de la mínima gracia para jugar y la diversión se acababa convirtiendo en el cabreo de un mono y un amago de ataque de ansiedad. Pero aún así... Cómo me lo pasaba.


Autocross


La joya de la corona. Por favor, miren el artilugio. Más simple que el mecanismo de un chupete. Pero el placer que sentía encendiendo la maquinita con la llave y poniéndome al volante del cochecito que giraría por el circuito sin parar sigue siendo inenarrable. Señor o señores creadores del Autocross, nunca podré agradecerles lo suficiente las horas, qué digo, días, que me pasé gozando del placer del conducir muchos años antes de que tuviera la edad suficiente para sacarme el carnet.


Juegos reunidos Geyper


¡Bravo! ¡Qué invitación a la ludopatía infantil tan sutil, con sus dados, su ruleta, su bingo...! Ojo, que también había juegos de habilidad, deducción... o clásicos como la oca o el parchís. Miren, miren qué presentación: todas las piezas tan colocaditas, tantos colorines... ¿Les parece exagerado que diga que más de uno digievolucinó de jugador de los Juegos Reunidos a visitador compulsivo de las casas de apuestas? Por favor, miren la cara del niño de la caja y no me digan que no es el rostro del ansia viva...


Cine Exín


E igual que digo que los maravillosos Juegos Reunidos Geyper causaron más de un caso de adicción al juego, me gustaría pensar que el Cine Exin propició alguna vocación para el mundo del cine. Qué simple pero qué efectivo aparatejo: metías la película, que venía en un cartucho, en el proyector y ala, a darle a la palanquita para delante y para atrás hasta que se te dormía la mano. La propia caja te servía como pantalla para proyectar. Todavía no puedo creer que una cosa tan simple, y cuando en casa creo que no tuvimos más de tres peliculitas distintas, nos pudiera dar tantísimas horas de entretenimiento. Y más me extraña aún que, viendo lo mismo, a alguna hermana le diera años más tarde por Bergman, François Truffaut, Ingmar Bergman y Abbas Kiarostami y a otras por Ozores. Los caminos de la cinematografía son inexcutrables.


Nancy


¡Pero qué guapa era mi Nancy! Ojo, la de los 70, no ese invento que se sacaron de la manga hace unos pocos años. Que la Nancy actual es una choni ¡y encima tiene una app! ¡Es que no tienen imaginación los críos de hoy en día para jugar con una muñeca sin necesidad de que un equipo de marketing le dirija desde el móvil! ¡Por favor! No sé cómo han tenido el valor de llamarla igual. Intolerable.

A lo que vamos. La Nancy era monísima, estilosa, con su inacabable colección de vestidos y complementos, de los que he querido rescatar el armario de la foto, que me encantaba... Una muñeca fantástica que tenía una hermana pequeña, Lesly, y, al igual que la raquítica operada de la Barbie, tenía un novio. Qué pena, todo el mundo se acuerda de que el novio de la Barbie se llama Ken pero, ¿recuerdan cómo se llama el novio de la Nancy? Tranquilos, yo se lo digo: Lucas, como el de la inolvidable canción de Raffaela Carrá.


Barriguitas


¡Qué cosa más rica! Por favor, qué monísimos eran estos bebés de apenas 10 cms con esa carica que nunca te miraba de frente (¿por qué los crearon mirando de lado? Un gran misterio de la humanidad que quedará sin resolver). Qué gusto unos muñequitos que no eran una cerdada como los de ahora, que te los venden con la "gracia" de que se cagan, se peden, se eructan, se mean, te potan, se les caen los mocos estilo troll de David el Gnomo... ¡Y a veces todo al mismo tiempo, que parece que el muñeco va a implosionar! ¡Qué asco! Prefiero estos virginales angelitos que también tenían sus trajecitos y complementos y no te causaban el mínimo desasosiego.


Visores diapos


No sé siquiera si se pueden considerar como un juego, pero estos ultra-mega-cutres visores de diapositivas han llenado horas de diversión en mi infancia. Estas minitelevisiones sencillamente llevaban una plaquita redonda dentro con unas mini fotos, generalmente con las vistas, monumentos o paisajes de algún lugar en concreto, que veías a través de un minúsculo agujerito que había en la parte de atrás de la minitele, y que hacías pasar accionando una palanquita o botón situado al un lado o en la parte superior del aparatillo.

De verdad que era lo más tonto que se pueda imaginar, pero era una forma de ver "otros mundos", porque este artilugio se convirtió en el souvenir obligado a traer cuando viajabas o veraneabas por ahí.


Mastermind


Es que lo tenía todo: fichitas de colorines, afán de hacerte pensar y deducir, emoción hasta saber si habías acertado la combinación de colores que tu rival había preparado... No hay palabras para describir la turbación que te causaba ir viendo cómo el  "mastermind" que escondía la combinación de colores iba colocando chinchetas negras o blancas, dependiendo de si habías acertado color y posición de una ficha o solo el color... o nada. ¡Qué tremenda alegría cuando destapaba el tejadillo con el que celosamente ocultaba la combinación ganadora y qué frustante cuando llegabas al intento final sin haberla adivinado! 


Maratón


"Sádico" artilugio con el mismo principio de los juegos de agua, sin el agua. Unos botoncitos, unas palanquitas y mucho pulso y habilidad eran lo único necesario para dirigir la canica y que pasara por todo el circuito de rampitas, tubos y columnas sin caerse en un tiempo límite. Lástima, yo tenía las palanquitas, los botoncitos pero... siempre me faltó el pulso y la habilidad. Décadas más tarde sigo igual, pero entusiasmo para jugar, oiga, de eso me sobra.


Y hasta aquí un pequeño repaso y homenaje a los juegos de mi infancia. Quizá ni mejores ni peores de los que hay hoy en día. Cada uno disfruta de lo que le toca vivir. (Qué tontería de "bienqueda": niños del parque de enfrente de mi casa, seguid jugando con la peonza. Mucho mejor que los juegos de "mata-mata" que os destrozan el cerebro y la vista en la pantalla de turno). 

Por cierto, como seguro que hay cientos de juguetes y juegos entrañables que obviamente se han quedado fuera de este post, por favor dejadme en comentarios alguno que os traigan buenos recuerdos para compartirlos. ¡Muchas gracias!

viernes, 9 de octubre de 2020

Favoritos septiembre 2020

 

Un mes más la ciencia ficción ha acaparado mi atención, han sonando una y otra vez los australianos Tropical Fuck Storm, han llegado para quedarse unas cuantas ilustradoras y he descubierto una autora que da mucho miedito...


- Mejor película: "Planeta prohibido" (Dir. Fred M. Wilcox. 1956)


Qué gozada volver a disfrutar de este clasicazo en las postrimerías del verano. Peliculón con presupuesto millonario que supuso el debut cinematográfico del gran Leslie Nielsen y, tal como indica el cartel, de Robby the Robot (¡personaje entrañable donde los haya!).

La historia, basada en "La tempestad" de Shakespeare, nos cuenta que un tal doctor Morbius (cómo mola el nombre), su hija (la inocente Altaira) y el robot Robby reciben en su planeta la visita de una nave espacial que busca a unos compañeros desaparecidos años atrás. Los visitantes lo flipan muchísimo con los avances tecnológicos de la casa de la Morbius family y ni te cuento con el robot. La cosa empieza a ponerse fea cuando comienzan a morir miembros de la expedición cuando algo muy rarito y muy desconocido les ataca.

No quiero dejar de destacar la banda sonora, la primera compuesta solo por instrumentos electrónicos, creada por Bebe Barron, pionera de la música electrónica, junto a su marido Louis.

Si no la han visto, gózenla por primera vez y si ya la conocen, no dejen de echarle otro vistazo. ¡No se arrepentirán!


- Mejor disco: "Mass hypnosis and the dark triad" (Bill Fisher. 2020)



No lo voy a negar: le di una oportunidad a este disco por la portada y porque averigüé que los seguidores de Bill Fisher se hacen llamar "Billuminatis". Había que oírlo.

Y lejos de ser lo que yo pensaba que sonaría como los delirios lisérgicos de un chalao obsesionado con el Área 51, este es un álbum de ROCK, así, con mayúsculas. Hacía mucho tiempo que no escuchaba unas composiciones tan sólidas, sin punteos innecesarios de guitarra mareantes, y con magníficos ramalazos que me recuerdan a los Soundgarden, Alice in Chains o Stone Temple Pilots más gloriosos.

De muestra un botón: todos los calificativos me parecen pocos para alabar "Celador"


- Mejor canción: "Legal ghost" Tropical Fuck Storm (2020)

Una vez más lo han vuelto a hacer. La banda de Gareth Liddiard y Fiona Kitschin se han sacado de la chistera este año esta maravilla de canción que no puedo parar de escuchar y tatarear. Intensa, oscura, machachona... Si es que lo hay que hacer es escucharla para disfrutarla en toda su inmensidad. 


- Mejor libro "La quinta estación" N. K. Jemisin

Reconozco que me tiran más los clásicos de la ciencia ficción que los nuevos autores y títulos, que pueden ser más para la chavalada, para un público definitivamente más "milenial" que yo. Pero le di una oportunidad a esta novela y no me he arrepentido en absoluto.


Este premio Hugo de 2016 es una entretenidísima historia de las aventuras de tres personajes femeninos  (Essun, Damaya  y Sienita) cuyas aventuras se desarrollan en un continente llamado Quietud (que es cualquier cosa menos eso). Estas tres mozas son "orogenes", personas que pueden provocar o prevenir a voluntad terremotos, erupciones volcánicas y todo tipo de fenómenos geológicos. 

Este tipo de seres son muy mal vistos e incluso perseguidos por el resto de habitantes que pueblan el continente, así que o son apartados desde pequeños de la sociedad y educados aparte en el llamado Fulcro, o muchas veces acaban siendo víctimas de las agresiones que sufren.

Me tengo que morder la lengua para no contar más de esta apasionante historia, la primera de la "Trilogía de la Tierra Fragmentada". Solo puedo decir que llega un momento en que ya no pude dejar de tener la boca abierta en cada capítulo que leía y que tarde o temprano leeré los otros dos tomos porque "esto no puede quedar así".

Bravo por Nora K. Jemisin, sicóloga nacida en Iowa en 1972 que, gracias a su campaña en Patreon, pudo dejar su trabajo como orientadora profesional y dedicarse a crear obras tan fascinantes como esta. 


- Personaje del mes: Lisa Tuttle

Esta adorable dama me va a hacer pasar un Halloween de pesadilla. Lo sé.

Lisa Tuttle es una escritora estadounidense de ciencia ficción, fantasía y terror. Esta última faceta es la que me ha llamado la atención y en mi kindle ya me está esperando "Nest of nightmares", colección de relatos de terror, de la que seguro que daré buena cuenta por aquí.

¡Mirad qué amiguito del alma tiene! ¿Le reconocen?


- Frase del mes: "Hablaron aquellas dos señoritas como dos comadronas matriculadas. ¡Qué riqueza de datos! ¡Qué empirismo tan provisto de documentos!" ("La regenta" Leopoldo Alas, Clarín)

¿Se puede describir con mayor lirismo a dos asquerosas cotillas?


- Imagen: "Cuento de otoño" Jill Barklem

Otro "melón" que he abierto: ilustradoras británicas para niños.

Este otoño pienso zambullirme en los trabajos de Beatrix Potter, Allison Uttley y, la que protagoniza este mes, Jill Barklem.

Por favor, no me digan que estos ratoncillos no les roban el corazón. A mí desde luego me han enamorado.


¡Deseando saber lo que me va a sorprender en octubre!

viernes, 2 de octubre de 2020

Pesimista defensiva y a mucha honra


¿Qué les parecen estas frases?

Nada es imposible.

Si puedes soñarlo puedes hacerlo.

Los límites están en tu cabeza.


Vomitivas, ¿verdad?


¿Y qué tal estas otras?

Aunque quieras, no puedes.

No te canses, hay cosas fuera de tu alcance.

Tienes tus límites, no los sobrepases.

No salgas de tu zona de confort.

Confórmate con lo que tienes.


¡Mucho mejor, claro que sí!

Qué hartita estoy de pensamientos positivos, frasecitas presuntamente motivadoras y filosofía barata resumida en una taza, especialmente ahora que el mundo se va al garete y esto va a ser un auténtico "sálvese quien pueda". Quiero defender el derecho de ser pesimista, ver la botella medio vacía, ser consciente de mis propios límites, no querer salir de mi zona de confort (que bastante me obliga la vida día a día a hacerlo) y, sobre todo, ser consciente de que las cosas no se hacen realidad "porque las sueñe", sino porque, tras ANALIZAR las posibilidades de llevarlas a cabo, ME ESFUERZO, TRABAJO Y LUCHO para conseguir mi objetivo. 

En esta vida, niños, nadie regala nada, nada es gratis (ya lo dice Alice Cooper en varias de sus canciones), os cuenten las milongas que os cuenten.

Y es que, no se engañen amigos, una cosa es querer superarse, tener metas para mejorar, platearse retos, cosa absolutamente loable e incluso necesaria para no acabar hecho una seta en el sillón, y otra, dejarse llevar por el negociazo de la felicidad, el "ser siempre joven y aventurero" que nos vende la publicidad  y... Es que eso es el quid de la cuestión: la "sicología positiva" ES UN NEGOCIAZO.

Quiero tener canas, quiero tener arrugas. Me parece bien que la gente se opere pero no va conmigo. Sé que no puedo ser campeona olímpica. Soy consciente de mis propios límites. ¿Por qué siempre están dando la barrila con experiencias extremas? ¡Me encantaría una invitación a salir de la zona de confort que dijera " a ver cuántos libros eres capaz de leerte en un mes" o "reto de visitar cuantos más museos mejor en un día"!

Y si entramos en el mundo "si te compras este coche, rejuveneces, vas a vivir todo tipo de locuras, te vas a llevar de calle a todos los hombres / mujeres... ". Ya te digo yo lo que vas a vivir: unos atascazos del copón como vivas en una gran ciudad y unos gastos de no te menees entre el gasto de combustible y el seguro. ¡Ah! ¿que el coche es eléctrico? ¡Muchas gracias presunto defensor de la Tierra! Sé menos "dinámico" e infórmate un poquito de lo que supone el fabricar un coche eléctrico y de dónde va a acabar la batería.

Que me parece muy bien que haya gente que consigue unas metas a priori inalcanzables. Pero, ¿cuántos fracasos hay por cada historia "de superación" que sale al final de algún telediario? 

Personas mucho más preparadas que yo, y que se explican mucho mejor, lo han plasmado en estos extraordinarios libros que recomiendo encarecidamente:

- "Felicidad tóxica. El lado oscuro del pensamiento positivo". Rafael Pardo Fernández

- "Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas". Edgar Cabanas y Eva Illouz

- "La industria de la felicidad: Cómo el gobierno y las grandes empresas nos vendieron el bienestar". William Davies.


Concluyo lanzando esta pregunta al aire: ¿y qué problema hay en que la aspiración de alguien sea acabar de seta en un sillón?