sábado, 18 de enero de 2020

Acto de contrición minimalista

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...

He traicionado uno por uno los propósitos que estaba intentando seguir para llevar una existencia minimalista. Es llegar el 1 de diciembre y olvidarme de la contención, la conciencia ecológica, el "konmari" y el número de objetos ideal que debo tener. Entran por la puerta grande el gasto sin medida (que para eso ahorro durante todo el año), el desmadre gastronómico, el mirar hacia otro lado ante la profusión de todo tipo de envoltorios de los objetos adquiridos y el poderío brilli brilli.

Pero todo este exceso se ha terminado. Con la entrada de la segunda semana de enero llega el gran acto de contrición. La reflexión, los buenos propósitos, la contención y el volver a tomar conciencia de conceptos como la moderación en gastos y costumbres, concienciación medio ambiental y, ups, sobriedad.

Reconozco que este retorno a la mesura era necesario. Diría que imprescindible. No hay mente, estómago ni bolsillo de clase media que aguante el ritmo que marcan mis Navidades "extended version".

No me arrepiento en absoluto de todos los excesos cometidos aunque haya comentado antes lo del "acto de contrición". Tengo once meses por delante para rectificarlos. Este año con mayor empeño. No prometo nada para cuando llegue el 1 de diciembre de 2020. Volveré a caer en la espiral consumista y festiva. Lo sé.

Pero hasta que alcancemos esa fecha tengo algunas ideas para portarme civilizamente con mi entorno y conmigo misma. Enero es un mes de propósitos y cambios y tengo en mente algunos planes que iré desarrollando a lo largo de este año y comprobando su viabilidad.

Aquí lo dejo de momento. Daré cumplida cuenta de mis buenas acciones a través de futuras líneas.

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