viernes, 16 de abril de 2021

Bibliotecas para todos


Un aparcamiento. Nos quieren construir un aparcamiento en lugar de una biblioteca. 

Soy una fanática de las bibliotecas públicas. Son como mi segundo hogar. No me importa tener que desplazarme a donde haga falta para conseguir un ejemplar que puede que solo esté en la biblioteca más alejada de mi casa. Junto con la Sanidad, Educación (pero la de verdad, no el adoctrinamiento) y la Investigación Científica, la inversión en bibliotecas públicas es uno de los destinos que prefiero para mis impuestos.

Por este motivo me alegró mucho saber que el anterior equipo del ayuntamiento decidió construir una gran biblioteca en un solar del barrio. Y me cabreé muchísimo cuando supe que los nuevos munícipes desecharon el proyecto de la  biblioteca y dedicieron realizar un aparcamiento en ese mismo solar.

No es el objeto de esta entrada analizar los motivos por los que no hace ninguna falta otro aparcamiento disuasorio en esta zona, que de disuasorio no va a tener nada, y sí la necesidad de construir una biblioteca en condiciones para este gigantesco distrito. No llevaban años prometiéndola ni "ná". Y cuando el proyecto ya se iba a hacer realidad... De nuevo la Cultura relegada por intereses personales y comerciales bastante más que oscuros.


No sin mi biblio

En fin, que lo que quiero realmente es hacer un homenaje a esos tranquilos lugares donde voy a buscar mis libros predilectos o dejarme sorprender por lo que encuentre casualmente en las estanterías. Me encanta, a la par que me fastidia, tener que dejar algún ejemplar de los que iba a sacar porque el número de libros que prestan es limitado, pero en el fondo me gusta saber que están ahí y quizá la próxima vez pueda cogerlos. Eso sí, siempre que alguien no se me adelante. Qué rabia da mirar en el catálogo y descubrir que el libro que anhelabas leer está "pillado" y hasta dentro de un mes no lo vas a tener. ¡Qué ansia viva tengo jajaja!

¡Y los libros que he conseguido en el cajón de espurgo! A continuación muestro alguno de los ejemplares que me he llevado. Grandes obras que me sorprende (a veces con mucha pena) que estén en ese cajón, cuando en las estanterías hay obras que en fin... Debe ser que hay que conservarlas por encima de otras con mayor valor literario por aquello de la corrección política. Por cierto, esto del espurgo ¿se puede considerar "economía circular"?










Otra cuestión que me apasiona es lo que te puedes encontrar en los libros que sacas de la biblioteca: desde abonos de metro y autobús del año de la polca, ejemplares con una dedicatoria, entradas de diferentes espectáculos, marcapáginas de lo más elaborados o billetes de lotería premiados (en serio).


Precioso marcapáginas encontrado
en un libro de la biblioteca


¿Sabrían estos abuelos de lo que 
iba el libro?

Por último sí me gustaría dejar constancia de que, al menos en las bibliotecas que he consultado, es casi imposible hacer una donación. No sé el motivo exacto por el que no se pueden donar ejemplares, estando los libros en buen estado, siendo incluso de autores conocidos y que pueden ser aprovechados de nuevo. Pero hoy quiero confesar, como dice la canción, que hice un pequeño experimento para conseguir que los libros que ya no podía tener en casa pudieran ser disfrutados por otros: en una maniobra de distracción con un cómplice que mantuvo a los bibliotecarios ajenos a lo que yo hacía, dejé un buen número de ellos en el cajón de espurgo. No debían ser tan malos cuando casi esa misma tarde se los fueron llevando ávidos lectores... Espero que estén bien en su nuevo hogar.

Usen los servicios de las bibliotecas públicas que son buenos y variados: salas de estudio, prensa diaria, exposiciones, puntos de búsqueda de empleo, alquiler de películas y series, cuentacuentos y puestos de internet (estos dos últimos desgraciadamente a la espera de que finalice la pandemia para retomarlos), e incluso una labor de recogida de información y archivo histórico, que es indispensable para no perder la memoria de los barrios.

Dicho todo esto, esta entrada está dedicada a Emi y Rocío, mis bibliotecarias favoritas por su buen hacer profesional y la simpatía y sonrisa (que se nota hasta con la mascarilla puesta) con la que nos atienden tanto a los lectores habituales como a los esporádicos.

1 comentario:

  1. "El infinito en un junco", de Irene Vallejo... oda de amor por los libros y las bibliotecas... AMOR, con mayusculas...

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