¡Qué divertido relato el de "Nochebuena" del ucraniano Nikolái Gógol! El autor de "Almas muertas" nos ofrece en esta ocasión un cuento delirante, donde se mezclan tradiciones propias de su país en estas fechas, con unos sucesos sobrenaturales.
Seguro que este escritor es de sobra conocido por el lector pero, por situarle en su contexto, Nikolái Vasílievich Gógol nació en 1809 en Sorochintsky. Su peculiar caracter se forjó entre las fuertes convicciones religiosas de su madre y la pérdida de su padre cuando Nikolái tenía 15 años.
Menudo chasco se llevó el pobre cuando, en 1828, llegó a San Petersburgo con la maleta llena de esperanzas e ilusiones y lo único que recibió fueron zascas al publicar su primera novela en verso. Tal fue el disgustazo que retiró todos los ejemplares a la venta y los quemó. Su primer empleo en esa ciudad fue en la administración pública y en 1834 empezó a dar clases de Historia Medieval en la Universidad. Menos mal que se hizo amigo de Pushkin y este le ayudó en su carrera como escritor.
En 1836 publicó "El inspector" que no solo le granjeó fama y fortuna, sino "cierta" persecución por su tono satírico y tuvo que salir por piernas hacia Roma. Durante su periplo europeo (viajó por Francia, Suiza, Italia y Alemania durante cinco años), escribió sus clásicos "Almas muertas" y "Táras Bulba".
Por no extendernos más, diremos que la celebridad alcanzada le permitieron vivir muy holgadamente en una casa en Moscú los últimos cuatro años de su vida. Lamentablemente el escritor murió con 42 años con una grave enfermedad mental y muy deteriorado físicamente. La obsesión por la muerte siempre persiguió al autor. Parece que nunca en su vida durmió tumbado por temor a que se creyeran que hubiera muerto y llegó a decir que fue el mismísimo diablo el que le obligó a quemar varios de sus manuscritos, entre ellos la segunda parte de "Almas muertas".
El amigo Gógol, descendiente de cosacos |
Pero centrémonos en la amena obra que nos ocupa. "Nochebuena" forma parte de la colección de novelas llamada "Veladas en un caserío próximo a Dikanka" (1831). En ellas se recogen costumbres, cuentos y leyendas ucranianas, incluyendo elementos folclóricos y fantásticos, con un gran componente humorístico.
¿Y qué ocurre en la Nochebuena que nos ocupa? Pues al ser un cuento muy cortito, tenemos que tener cuidado para no desvelar la totalidad de la trama: el diablo roba la luna para dejar la noche completamente a oscuras y evitar que el herrero Vakula corteje a la bella pero engreída Oksana, de la que el demonio también está enamorado. En el transcurso del hurto, el diablo se encuentra con la bruja Soloja, madre de Vakula. En ese mismo momento, esta es visitada también por el alcalde, el primer cantor de la parroquia y el padre de Oksana, que se presentan por separado en su casa para, ejem, digamos eufemísticamente, "enamorarla". Como en cualquier clásico vodevil que se precie, cada pretendiente ha de esconderse en distintas partes de la casa de Soloja para evitar que el siguiente visitante lo descubra y lo "largue" por el pueblo. ¿Y qué sucede con el herrero enamorado? Que mientras que la juventud del pueblo se divierte cantando villancicos de casa en casa, consiguiendo viandas y dinero, él marcha a San Petersburgo cargando con el diablo para superar un reto que le impone la creída de Oksana para conseguir su amor. ¿Lo conseguirá?
Jocoso, ameno, jovial... Este cuento lo tiene todo para pasar un buen rato leyéndolo. Recomendación: si pueden, léanlo acompañados. Entretengan a familia o amigos interpretándolo en voz alta. Niños abstenerse. Los chavalines no van a pillar ni la mitad del "picante" de la historia.
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