viernes, 25 de marzo de 2022

El Dragón Azul: ¡qué babosa tan bonita! (Ver pero no tocar)


Hacía mucho tiempo que no asomaba por aquí uno de esos bichitos rarunos que tanto me gustan. Esos que son preciosísimos pero que ocultan un terrible secreto. Ya saben, como aquellos que les conté en "No hay que juzgar a los animales por su portada". Así que hoy les presento, en caso de que no le conozcan aún, al Dragón azul. ¡Qué mona es esta ricura de apenas cuatro centímetros! ¿Verdad? Pues no se encaprichen mucho con ella...

Este animalillo es un molusco sin concha (lo que habitualmente llamamos babosa), con la parte dorsal azul pálido con rayas azules o negras y la abdominal plateada. Como pista sobre lo que les voy a contar unos párrafos más abajo, piensen que los animales con estas coloraciones tan espectaculares suelen avisar así de que son muuuy peligrosos.

Nuestro dragoncito tiene seis apéndices que terminan en una especie de dedos y en su boca tiene unos dientes como espadas. Viven en mar abierto en aguas templadas o tropicales, pero si los arrastran las corrientes pueden aparecer en playas tan poco habituales para ellos como Canarias o Texas, donde fueron vistos en el 2021 y 2020 respectivamente. 

¡Ay mira qué bonico!
(Foto: Sylke Rohrlach)

El dragón azul flota boca abajo gracias a una burbuja que tienen en su interior, y con este dato vamos a ir introduciendo la parte "siniestra" de la criatura: antes les he contado que por la espalda es azul y por la panza plateado. ¿Para qué les sirve esto? Para camuflarse desde arriba con el color del agua y, si se les ve desde abajo, con reflejo del sol en el mar. Menudo listo. De esta forma puede pasar desapercibido ante sus víctimas, todas ellas por cierto más grandes que él.

Porque aquí el chiquitajo es un brutal depredador de animales mucho más voluminosos. Su menú favorito: la carabela portuguesa, aunque tampoco hace ascos a las velas de mar, caracoles violeta... y si le falla esta dieta, no tiene ningún reparo en convertirse en caníbal y zamparse a otros dragones. 

La cena está servida: la carabela portuguesa

Y el detalle final, que es a lo que vamos: el dragón azul no es venenoso por sí mismo, ¡asimila la toxina de los animales que se come dado que es inmune a ella! Esta toxina se acumula en los "sacos" que tiene en sus dedos y produce un veneno más potente aún. Para hacerse una idea, si te pica, ríete tu de la picadura de las medusas, comparado con los efectos de que este animalejo te ponga las zarpas encima. Desde una urticaria grave hasta directamente, que no lo cuentes.

Esta sí, esta no. Esta vela de mar me la como yo

En fin, que no se fíen del tamaño y los colorines de este peque hermafrodita, que tiene muy malas pulgas y no tiene ningún miramiento con bichos mucho más grandes que él. Si se topan con uno, nada de cogerlo y decirle: ¡ayyyy qué cuquiiiii!. Advertidos quedan.

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