jueves, 9 de febrero de 2023

Del odio al amor (en mi vida no hay gris)

  


Qué certero es nuestro refranero. Dice que "de el odio al amor solo hay un paso". En los casos que presento hoy, se ha cumplido a rajatabla. Eso sí, me ha costado años aceptar ciertos cambios en algunos temas, porque a cazurra no me gana nadie.

Cine, música, personas, cosas en general que aborrecía de adolescente, o no tan de adolescente, con el tiempo no solo me han parecido mejor, sino que me he convertido en "fan fatal". Quizás encuentren contradicciones en algunas de las historias que voy a contar a continuación pero ¡nadie es perfecto!

Aquí les dejo alguno de los cambios más radicales de opinión que he sufrido. Oiga, y todo para mejor:

- Cachas

Y tanto que Roman "Reigns", jejeje

Pongamos la situación en contexto, porque además esta explicación nos va a valer para otros temas que expondremos posteriormente:

Érase una adolescente gótica cuyos ideales estéticos eran Robert Smith, Peter Murphy o The Thin White Duke. Era ver un Stallone o un Schwarzenegger y ponerse a vomitar en negro (qué otro color si no). Pero hete aquí que un día apareció por casa el VHS de "Terminator" alquilado en el videoclub del barrio. En ese momento debí ver la luz, o más bien, los bíceps de Arnold, que no nos vamos a poner encima "místicas". A partir de entonces no he mostrado más que admiración por el mundo de los anabolizados, y hasta las carpetas de la universidad cambiaron de fotos en sus cubiertas. Pasaron de llevar a The Cure, Bauhaus, Jesus and Mary Chain o fotos del zombie del Doctor Caligari, a lucir orgullosamente a El último guerrero, el Chuache, Iván Drago o Cobra.

¿A quién no le va a gustá El
Último Guerrero?

Y ojo, que no es que ahora reniegue del tipín de Murphy o las curvas de Smith. ¡Ni mucho menos! Solo que he añadido otros "ideales estéticos" a mi colección. ¡En la variedad está el gusto, jejeje!

- Ozores

Algunas de las "joyas" de mi colección

Y si en aquellos tiempos adolescentes los mazados no eran santos de mi devoción, el cine de la saga Ozores ya ni les cuento. Si me nombrabas a Esteso y Pajares te dejaba de hablar y directamente te metía en mi lista... negra. 

Esas películas me parecían lo peor. Lo más chabacano, bajo, cutre, cañí que podía existir  y que una no se iba a rebajar a ver ¡¡¡y menos a reirse con semejantes zafiedades!!! En este pack se incluían joyitas como "Manolo la nuit" o "Pepito Piscinas". Hasta que un día aterricé en una sesión doble de una matinal del cine de mi barrio y vi 'Cristóbal Colón de oficio descubridor" (vete a saber con qué película "cultureta" la pondrían para que yo estuviera allí). De repente me empecé a reir como si no hubiera un mañana... y hasta hoy. Aquello desencadenó el cambio y detonó mi euforia por cintas como "Los bingeros", "Los liantes" o "Yo hice a Roque III".

Solo un detalle: dado que no vi prácticamente ninguna película de Mariano Ozores en su momento y, menos de la pareja Pajares-Esteso, cuando hace unos años el diario deportivo Marca sacó la filmografía completa de los dos actores, ahí que estaba yo la primera en el kiosco cada mañana de viernes para conseguir mi ejemplar. 

- Tecnología (tablets):

Mi rinconcito favorito

Igual que enseguida me lancé en su día a tener móvil, básicamente por si me quedaba tirada por esas carreteras de Dios cuando viajaba sola, lo de la tablet, décadas más tarde, no me convencía ni poco ni mucho ni nada.

El caso es que veía a la gente muy entusiasmada con su tableta bajo el brazo, mucho más liviana y facil de llevar que un portátil, pero pensaba que solo era un móvil ridículamente grande con el que, encima, no podías hablar. Hasta que un día tuve un dinerillo extra que quería gastar y le quise dar una oportunidad al cacharrejo. Y hasta hoy. 

Digamos que este artefacto me ha resultado tan útil que, de hecho, este blog no existiría sin él; ahora no tengo portátil (aunque llevo tiempo diciendo que me voy a comprar uno) y me podría aplicar perfectamente este lema: "No sin mi tablet".

- Cerveza: Qué asco me daba por Dios. Durante años fui una compulsiva bebedora de cierto refresco de cola y no entendía cómo la gente podía consumir cerveza cuando todas las que había probado me daban un asquito horrible.

Alzo mi lata para brindar 
por ustedes

Hasta que llegó una lata de Mahou Cinco Estrellas a mi mano. No sé porqué la llegué a beber, me imagino que tendría muuuuucha sed y no tendría nada más a mano. El caso es que no solo me gustó, sino que me bajé del burro y tuve a bien probar otras marcas y tipos de cervezas (con moderación eso sí, o al menos eso creo jejeje). Y ¿saben? del engendro demoniaco ese americano repleto de azúcar no volví a probar ni gota. Y menos de sus sucedáneos presuntamente lights o zero.

- Guns N' Roses

Jinchos canasteros porque el mundo
los ha hecho así.

Oy, oy, oy... esta es de las historias que más me gusta contar. Recuerdo perfectamente la expectación que había en el verano de 1991 con el futuro estreno de "Terminator II". Para aquella época ya era una devota seguidora de Schwarzenegger y recuerdo ir hasta una tienda del centro de la ciudad para conseguir un par de revistas de música heavy donde adelantaban contenido de la peli. ¿Problema? En una de las portadas aparecían los que para mí eran dos de los asquerosos más grandes de la época (pero así que lo pensaba, si cortarme un pelo): Duff Mckagan y Slash. Recuerdo que, con mis repelentes modales góticos, cogí las revistas con dos dedos y tapándome la nariz, las pagué mirando al suelo para que no se asociara mi cara con semejantes macarras e inmediatamente enrollé las revistas con la contraportada hacia fuera para que nadie por la calle pensara que era fan del grupo más infame del momento. Ya ves tú. Como si le importara a nadie lo que llevaba bajo el brazo.

La portada de la discordia 

¿Y qué pasó? Pues que en el veraneo de ese año escuché el single que se incluía en la banda sonora de "Terminator II" y, para gran disgusto de mi yo gótico, vi que ya no era tan desagradable la voz de rata pisada de Axl o que ese tal Duff tenía su aquel. 

A estas alturas de la película se habrán dado cuenta, como reza el título de esta entrada, que en mi vida no hay grises. De avergonzarme por comprar una revista en la que salían en portada, me convertí en tal devoradora del material de los Guns N' Roses que llegué a volverme de unas vacaciones en Benidorm a Madrid solo porque quería estar la primera en la tienda donde vendían el VHS del "making of" de November Rain. Y, por cierto, según lo compré me volví a la playa. Fue uno de esos viajes solitarios que hice en la época premóvil.

930 kms me hice como
930 soles mañaneros

Lástima que en este caso, el declive e historia de la banda haya hecho decaer mi interés por ella. Pero siempre seguiré disfrutando de un "Paradise City", un "You Could Be Mine" o un "Patiente". Ah, y por supuesto sigo siendo fanática del Sr. Mckagan. Este nunca me ha fallado.

- Verano

¡Ay mi isla querida!

Bueno, bueno, bueno, y cerramos con este tema, que cronológicamente es el cambio radical más reciente. Conociendo como ya conocen la tribu urbana de la que procedo, nos les estrañará que para mí donde esté una fría noche de invierno, una niebla, una tormenta... ¿Qué digo una tormenta? ¡Una galerna!... pues que se quite todo. Tomar el sol, ¡por favor! de ninguna manera. Quien escribe estas líneas se ha paseado por Benidorm en pleno julio vestida de negro de arriba a abajo. Si era posible, durante los meses de estío a guardarse en casa con las persianas bajadas hasta que volviera el horario invernal.

El caso es que hace pocos años empecé a "disfrutar" de los días más largos, del calorcito que daba pasearse a última hora de la tarde, el ambiente veraniego... y llegué a la brillante conclusión de que lo que realmente me gustaría es que las horas diurnas en diciembre fueran la mismas que en junio. La verdad es que la solución es facilísima: cambiar de hemisferio. Pero es que, en estos precisos momentos, no estoy por la labor.

La Pineda de Salou, ¡qué bonico!

La cuestión es que ahora llevo mucho mejor y hasta me gusta cuando llega el 21 de junio (ups, aún me da un poco de repelús decirlo) y comienza el estío. Desde luego lo que no soporto (creo que como la mayoría de ustedes) son las espantosas olas de calor que, desgraciadamente, van a ser una constante a partir de ahora. Que una cosa es haberse comprado una sombrilla negra para pasear en verano, y otra fundirse cual Nosferatu bajo un sol abrasador.

Pues ala, ya les he contado alguno de mis secretos mejor guardados sobre los cambios que se han producido en mis gustos y costumbres a lo largo de décadas. Estoy deseando saber de lo que reniego ahora y que, en un futuro próximo, acabaré coleccionando, jejeje.


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