viernes, 4 de octubre de 2019

Vidas no ejemplares: Delphine Lalaurie



Madre mía, menuda tipeja... Descubrí la vida de esta malnacida a través del magnífico libro "La vuelta al mundo en 80 cementerios" de Fernando Gómez Hernández. La biografía de esta sádica asesina me dejó tan sorprendida que no he podido por menos que recopilar la información que he hallado de su existencia y dejar constancia de la misma. Este especial pre Halloween es más terrorífico que muchas de las pelis o libros del género gore y lo más espantoso de todo es que fue real...

El nacimiento de Marie Delphine LaLaurie se data alrededor de 1775 en Nueva Orleans, ciudad de leyendas chungas donde las haya. Miembro de una familia adinerada de orígenes irlandeses, este ser era considerada una de las bellezas de la época (¿en serio?) y se codeó con lo más granado de la sociedad de la época. No quiero ser desconfiada, pero a mí me da que por mucho que no se haya comentado, la muerte de sus tres maridos no creo que fueran ni accidentes ni naturales. El primero fue el español Don Ramón de López y Angulo, Caballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III (ahí es ná), cónsul general de España en Luisiana para más señas. Allá por 1804 Don Ramón fue convocado para ir a España y ¡oh casualidad! el señor murió en la travesía mientras Delphine daba a luz en el mismo barco a su primera hija: Marie Borgia Delphine López y Angulo de la Candelaria. La recién estrenada madre y viuda volvió a Nueva Orleans con su pequeña.

No perdió el tiempo. En 1808 la futura serial killer se casó con Jean Blanque, un viejo con buenas perras que además de banquero fue comerciante, abogado y legislador. Dado que al anciano no le quedaban muchas reservas vitales, la Lalaurie no perdió el tiempo y rápidamente tuvo a sus cuatro hijos siguientes con él: Louise Pauline, Louise Marie Laure, Marie Louise Jeanne, y Jeanne Pierre Paulin. Un poco de coña lo de los nombres. Y, ahora que lo pienso, un poco Dr. Iglesias Puga (Dios tenga en su gloria) que debía ser el Jean Blanque ese.


La verdadera casa de los horrores. ¿A que la han visto
 en unos cuantos documentales y telediarios?

El señor mayor fértil y adinerado pasó a mejor vida en 1816. Para entonces ya había rumores por toda la ciudad del posible maltrato que la señora de la casa infligía a sus esclavos, pero ¿cómo pensar eso de la Sra. Blanque que tan solícita y amable era con los negros que se encontraba por la calle? Pues a lo mejor el ver saltar desde el tejado a una adolescente que prefirió suicidarse antes de seguir soportando los latigazos que le estaba propinando su ama pudiera ser una pista (no sé, quizás) de lo que podía estar pasando allí dentro.

De hecho, durante el tercer matrimonio de nuestra protagonista con el médico Leonard Louis Nicolas Lalaurie, con el que se casó en 1825 , sí tuvo una "inspección" en la que el poli de turno no vio nada excesivamente raro en la mansión de Royal Street 1140, una pedazo de casa de tres pisos en la que la señora hizo y deshizo como le vino en gana. Para disimular emancipó a dos esclavos, dado que ya se hablaba con más insistencia en las mega fiestas que daba la tipa de lo demacrados y débiles que estaban los del servicio. Como consecuencia de la investigación sólo se le obligó a liberar a nueve esclavos pero, qué horror, los contactos de Delphine Lalaurie encontraron a los liberados y les hicieron retornar a la casa. No quiero ni pensar lo que les debieron hacer sabiendo cómo se las gastaba esa torturadora.

La cuestión es que un accidente fortuito el 10 de abril de 1834 fue el que destapó todo el espanto que se vivía en el número 1140 de la Royal Street: la cocinera de la mansión, que permanecía permanentemente atada a la cocina por un tobillo, ya no pudo más e intentó suicidarse provocando un incendio. La mujer temía ser enviada a un cuarto de castigo del que nadie había vuelto a salir. El incendio se descontroló y a acudir los bomberos se descubrió todo el pastel. Cuando no sólo los bomberos sino algunos ciudadanos más sensibilizados preguntaron por los esclavos para ayudarles a salir, la muy cerda de la Lalaurie se negó a entregar las llaves de las estancias y la turbamulta, ya con la mosca detrás de la oreja, tiró la puerta abajo y se encontró lo que se encontró: varios esclavos medio muertos tras haberles infligido todo tipo de golpes, mutilaciones, torturas... colgados del techo durante meses en un evidente estado de inanición. Todavía el marido de Delphine (recordemos, un médico, por cierto bastante más joven que ella por lo que su matrimonio siempre estuvo en entredicho por ser una boda por interés por parte de ella y que en el fondo lo odiaba) se permitió el lujo de decir en plan chulesco que la gente debería quedarse en su casita y no meter las narices en las de los demás.

¿De verdad de esta opinaban en su época que
era guapa? Vamos, ni por dentro ni por fuera

Cuando el peligro del incendió pasó, muchos ciudadanos de Nueva Orleans asaltaron el edificio indignados a la par que aterrorizados cada vez que abrían una puerta o escarbaban en el jardín por lo que encontraban. Más de cien cadáveres se distinguieron, niños y ancianos incluidos. Y digo se distinguieron porque dado que algunos habían sido mutilados y recosidos de nuevo, me imagino que la labor del forense de turno fue complicada por decir algo. Los esclavos que aún estaban en un estado "salvable" fueron mandados a la cárcel pero no para ser juzgados (¡faltaba más!) si no para dispensarles el trato médico necesario. Claro que, perdonen mi escepticismo, me temo que, además de para intentar curarles,  fue "para lucirlos" ante la ciudadanía, un poco de "escaparate espantoso" ilustrando lo que había sucedido en la casa de los Lalaurie.

¿Y los torturadores? Pues lo que suele pasar en la vida real: se fueron de rositas. No se sabe cómo (los contactos una vez más) el matrimonio huyó en un carruaje y la leyenda cuenta que desde el puerto de Mobile en Alabama, al menos Delphine, llegó a París donde se cree que murió víctima de un accidente de caza en 1842. Lástima que no la pillara la turba en Nueva Orleans o se la dejaran directamente a los esclavos supervivientes para hacer con ella lo mismo que ella les infligió. 

Un apunte sobre el escenario de los crímenes: la casa se ha reconstruido varias veces y uno de sus compradores fue ¡cómo no! Nicolas Cage, el cual la adquirió en 2007 por 3,45 millones de dólares aunque ya se cuidó él de adquirirla a través de una agencia para que su nombre no figurara como dueño. Una vez más la jugada no le salió bien y se mal subastó dos años más tarde por liquidación bancaria por 2,3 millones.
La dichosa mansión puede ser visitada (si hay huevos) en uno de los muchos tours que se ofrecen como reclamo turístico al ser considerada una de las casas encantadas de mayor atractivo mundial. Ni loca me meto yo ahí.

Nicolas Cage: ¡qué boda sin la Tía Juana!

Semejante "personaja" no podía pasar desapercibida para el mundo literario y hay dos libros donde aparecen descritas de forma muy explícita las prácticas que Delphine Lalaurie realizaba sobre sus esclavos. El primero se publicó en 1946, "Cuentos de fantasmas del viejo Nueva Orleans" cuya autora fue Jeanne deLavigne y en 1998 "Viaje a la oscuridad: Fantasmas y Vampiros en Nueva Orleans", escrito por Kalila Katherina Smith. En la tele hemos podido ver a la extraordinaria actriz Kathy Bates haciendo el papel de Delphine  en la tercera temporada de American Horror Story (Coven) por el que se llevó el Emmy a la mejor actriz de reparto de miniserie o telefilme en 2014.


Impresionante la Bates como Delphine Lalaurie 

Como ven no me he extendido mucho sobre las bestialidades que Delphine Lalaurie cometió con los seres humanos que tuvieron la desgracia de estar a su servicio. Podría terminar con un párrafo para que vomitara hasta el más pintado pero... hay suficiente información sobre ello en cuanto busquen su nombre. Sólo piensen en esta ecuación: Bathory + Tepes + "El ciempiés humano" + "Old boy" + "Audition" +"Ichi the Killer" = Delphine Lalaurie. Ahí lo dejo.




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