domingo, 12 de abril de 2020

La Semana Santa vivida en replay

       


Ya toca a su fin esta atípica Semana Santa. Como odio hoy en día esa palabra: atípica. Todo es atípico ahora... ¿Podía todo esto haber sido atípicamente evitado? ¿Tiene sentido esta pregunta? Perdonen. Son divagaciones propias del día tropecientos de confinamiento.

No sé de qué me quejo porque he vivido esta Semana Santa a tope. He intentado ver todos los acontecimientos que he podido en diferido y en directo. Les aseguro que este año lo he disfrutado más que en toda mi vida. He sacado detalles de los que antes no me había percatado, he visto eventos que no había tenido la suerte de conocer. Vamos, que me he entregado por completo a la causa.

Empecé el Domingo de Ramos con la misa oficiada desde Roma. Después, la celebrada desde la Catedral de la Almudena en Madrid. Un pequeño descanso y a rememorar la procesión de La Borriquita y la de Los Estudiantes.

Esto solo fue un aperitivo.

El Jueves Santo comenzó mi particular non-stop:

Traslado del Cristo de Mena: No me conformé con ver la cutre transmisión en un canal público de TV en la que repusieron la del 2019, si no que en otra cadena me vi entero el traslado del 2018. Califico de cutre la primera porque en 2019 llovió en Málaga y el Cristo fue llevado por los legionarios apenas cinco minutos. Menos mal que en 2018 hizo un sol maravilloso y esa reposición mostró la ceremonia completa.

Misa desde el Vaticano: qué mal rollo ver a Francisco oficiando en una iglesia vacía. Los bancos que ocupan toda la basílica brillaban por su ausencia y apenas una docena de personas acompañaban al Santo Padre, guardando la distancia de seguridad.

Seguí haciendo zapping incansable y vi las repeticiones simultáneas de las procesiones del Divino Cautivo, María del Dulce Nombre, Jesús del Gran Poder, Macarena y Jesús el Pobre. Qué bonito y emocionante el encuentro de Jesús con su Madre en la puerta de la iglesia de San Pedro el Viejo. Y qué extraño se me hacía ver las calles atestadas de personas disfrutando de las procesiones. Qué ganas de volver a caminar por ellas (por las calles, no por las persona, entiéndase). Por último, tocó ver La Pasión de Elche

Y hablando de buenas gentes que no quieren dejar de celebrar esta peculiar Semana Santa, por favor, no me digan que nos les resultaron entrañables esos coches teledirigidos que se pasearon por la localidad de Lebrija (Sevilla) imitando los pasos que debían procesionar ese día:




Viernes Santo: he de confesar que ya no podía con mi alma la noche del Jueves y no fui capaz de empezar a ver la maravillosa Madrugá de Sevilla. No pasa nada. Cuando le levanté me enganché al final de la celebración y me lo pasé de lo lindo viendo las horas finales.

Por la tarde no podía dejar de ver los Santos Oficios en el Vaticano y por supuesto mi highlight de estos días: el Via Crucis. No se lo voy a negar, alguna lagrimita he soltado este año al verlo. No solo me llenó de congoja el ver esa Plaza de San Pedro vacía. La "temática" que había escogido este año el Papa era para echarse a llorar: desde que comenzó su papado, Francisco visita una cárcel cercana a Roma en Semana Santa. Pero esta vez debió echar mano de un dicho de otra religión por aquello de "si **** no va a la montaña, la montaña irá a ****" (perdonen los asteriscos, es por evitar "visitas" del algoritmo). Total, que en el Via Crucis las meditaciones de las estaciones las habían escrito convictos, víctimas de delitos y personal que trabaja con presos. Todos los testimonios ponían los pelos de punta. El cambio de recorrido por hacerse en la Plaza en lugar de en el Coliseo creo que estuvo bien resuelto, fue de una elegancia sobria. En cualquier caso, un Via Crucis más triste de lo que es ya de por sí.

Debe ser que aún todo esto me sabía a poco y después me enganché a la retransmisión de una Semana Santa en Valladolid de hace unos años.

Sábado Santo: Las fuerzas me iban fallando, pero había que hacer un último esfuerzo. Así que cargué mis venas de café y té para darlo todo viendo la Vigilia Pascual desde el Vaticano primero y la de la Catedral de Toledo después.

La falta de acontecimientos religiosos por la tarde me llevó a hacer una reflexión de la que les hago partícipes porque necesito respuestas: ¿por qué en Semana Santa se emiten títulos como "Los diez mandamientos", "Rey David", "Sodoma y Gomorra"...? ¡Si Jesús no aparece en ellos ni por asomo! ¡Por amor de Dios si han echado hasta los "Gremlins"! ¡Un clásico de Navidad! Intolerable.
(Otra divagación de confinamiento).

Y así nos hemos plantado a unos minutos del grand finale: la bendición Urbe et Orbi desde el Vaticano en el Domingo de Resurrección. Con ello finalizará esta Semana Santa 2020. No quiero finalizar este post sin expresar mi cariño y ánimo a todas las personas que se han quedado sin vivir en directo sus ritos y procesiones y dar las gracias a todas las personas que me han mandado mensajes, imágenes, noticias, enlaces... para que no me perdiera nada.

Con uno de estos enlaces recibidos quiero terminar mi relato por todo lo alto: el "Oh Jerusalem" interpretado por la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de Zamora:




Bendiciones. 


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